Érase una vez la dictadura de Gabriel Terra que creó el “carné de salud” para condicionar el derecho al trabajo. En la última dictadura se creó el del niño. Pero no fue hasta el siglo XXI y en democracia, que el carné de salud se extendió consolidando así un retroceso de los derechos humanos en Uruguay, sin igual en el mundo entero.
Como la palabra “carné” lo expresa, es un documento de identidad. Pero no uno cualquiera. El carné de salud nos identifica por información que no está explícita ni en la cédula de identidad. El carné de salud como documento de identidad recuerda el sistema de insignias de los campos de concentración nazis para identificar el motivo por el que los prisioneros habían sido internados allí. Eran triángulos de tela que se cosían en su ropa. El color y la forma identificaba la categoría del prisionero: rojo (prisioneros políticos), verde (delincuentes), negro (asociales), rosa (homosexuales), marrón (gitanos), azul (extranjeros), etc, mientras que los judíos eran marcados con dos triángulos para formar la estrella de seis puntas, ambos amarillos o uno amarillo combinado con otro color para sumar un “agravante” adicional. Por las insignias los guardias asignaban las tareas a los detenidos.
El primer “carné de salud” se entrega a los padres al momento del nacimiento de su hijo. Es el carné de salud del NIÑO y el de la NIÑA, para identificar a los uruguayos comprendidos entre 0 y 12 años. Tiene formato de librillo, con 28 páginas, en el que los médicos tratantes registran las determinaciones que denotan la evolución vital de su titular. Están diferenciados por sexo porque contienen las tablas de crecimiento correspondientes a cada uno. Será requerido en los centros educativos.
Pasado el 12º cumpleaños y hasta los 19 años, los uruguayos serán identificados por el carné DEL adolescente y el DE LA adolescente. Es otro par de librillos de 12 páginas cada uno pero sin diferenciación por sexo, más que el nombre en la tapa, a pesar de las diferencias notorias a esas edades. Con estilo coloquial, están dirigidos a los propios titulares y no a sus adultos responsables. También será requerido en los centros educativos.
En la edad adulta se deberá obtener un carné de salud especial cada dos años, sin información ninguna ya que en lugar de un librillo su formato es tan sólo el de una tarjeta personal de presentación. Es requerido no sólo para trabajar como en los campos nazis, sino también para estudiar, practicar deportes y obtener la licencia de conducir.
Y a partir de los 65 años es obligatorio el carné del ADULTO MAYOR y sin diferenciación por sexo. Es otro librillo que consta de 14 páginas, que a la inversa del carné del niño y del adolescente, documenta la involución de su titular puesto que, entre otros datos, registra los de un “familiar o cuidador principal”.
Este esquema de identificación desde el nacimiento hasta la muerte fue establecido en el primer gobierno del Dr. Tabaré Vázquez. En efecto, el carné del adulto mayor fue creado por decreto en 2006, el del niño en 2007 y el del adolescente en 2009. Cada uno de esos decretos está integrado en el carné correspondiente para enfatizar el carácter obligatorio del documento al que refiere.
Como si eso fuera poco, también en 2009 se creó el “carné de salud del niño con trisomía 21 (síndrome de Down)” y su homólogo en versión femenina. Consta de 26 páginas. Como la estrella de seis puntas con la palabra “Judío” que los integrantes mayores de 6 años de esa colectividad debían portar en los países ocupados por Alemania, cada persona con trisomía 21 que nace en Uruguay, cargará con ese estigma estampado en el carné de salud desde su nacimiento, puesto que también será requerido en los centros educativos.
En 2022, terminada la emergencia sanitaria por COVID19, el MSP resolvió compendiar los cuatro carnés de salud infantiles en uno solo “inclusivo” de 76 páginas titulado “DOCUMENTO DE IDENTIFICACIÓN EN LOS SERVICIOS DE SALUD Y ESTABLECIMIENTOS EDUCATIVOS”. Contiene todas las tablas de crecimiento por sexo y trisomía 21. Aporta la información del calendario vacunal. Reserva un espacio para completar información sobre la “raza o etnia”, así como también datos de la madre durante la gestación. Fue presentado oficialmente en sociedad por las autoridades sanitarias, quienes informaron que no se canjea por los existentes, que siguen vigentes, por lo que se mantiene la discriminación de los portadores de la trisomía 21.
En Uruguay existe por ley el derecho a la historia clínica donde figura ”la evolución de su estado de salud desde el nacimiento hasta la muerte”. La historia clínica es propiedad del paciente y “reservada”. La misma ley omite los carnés de salud por vulnerar esos derechos.
Como las insignias que categorizaban los prisioneros, Uruguay segrega sus habitantes por categorías estigmatizantes en lugar de distinguirnos sólo por los talentos y las virtudes como mandata nuestra Constitución.
El carné de salud sólo existe en Uruguay. No es necesario para tramitar el pasaporte uruguayo. Mientras el mundo eliminó el pase sanitario a la finalización de la pandemia, Uruguay reafirma su vocación eugenésica con más y peores carnés de salud especialmente en marzo, al comienzo del año lectivo escolar.
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